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sábado, 4 de octubre de 2008

Confesiones de los púlpitos

To by Eleazar

¡Estimados oyentes! La razón por la que nos hemos reunido esta noche es para levantar nuestra dignidad como púlpitos de iglesia y denunciar los abusos de los cuales hemos sido objetos en algunos cultos.
Por tal razón, estamos aquí presentes todos los púlpitos, desde los más apoteósicos y adornados, hechos con madera de roble y tallados al más puro estilo barroco del siglo XIV, con incrustaciones en oro y piedra jaspe, hasta los más ordinarios, hechos de cholguán y cubiertos con mantel de mesa.
¡Basta de violencia en los púlpitos, de violencia en la Palabra! ¿De dónde sacan algunos que la Biblia afirma que las mujeres pueden jugar fútbol? Pues en la parábola de las vírgenes prudentes, dice que algunas imprudentes CABECEARON hasta dormirse!!! ¿Quién fue el que afirmó que el único animal que se va a ir al cielo, va a ser el pastor alemán, que el compuesto químico del agua bendita es "H Dios O" y que el único Rey que nunca se deshidrató fue el rey Asuero?
¡Hasta cuándo andarán enseñando cosas erradas, como decir que el libro de la Biblia que se ve más propenso a las coimas y a la corrupción es el libro de los Jueces. O que el libro de la Biblia que previene la diabetes, es el libro del profeta Zacarinas!
Por tal razón y muchas otras, deseamos dejar constancia de algunas denuncias que se dirigen a todos aquellos que utilizan un púlpito para predicar cada domingo:
• Punto uno: No por mucho gritar convencerá a la gente, aprenda que Dios también habla a través de un silbo apacible y transparente.
• Punto dos: Cuando predique, no sea larguero, teniendo a sus oyentes en calidad de preso, porque lo único que conseguirá será una sinfonía de bostezos.
• Punto tres: No enseñe un evangelio sin sufrimiento, porque formará cristianos de plástico, que desmayarán en el seguimiento.
• Punto cuatro: es bueno ser didáctico en la predicación, pero si se abusa del ingenio, el predicador terminará brillando más que el propio evangelio.
• Punto cinco: No ofrezca siempre palos en la predicación, porque en vez de usar golpes, el hielo se derrite con el calor de la compasión.
• Punto seis: No ocupe el púlpito para arreglar lo que se arregla en privado, porque ensuciará su mensaje con ese feo pecado.
• Punto siete: Si no maneja bien el tema que va a enseñar, quédese calladito y no venda la pomada, impartiendo criterios personales que puedan desorientar.

Y por último, lo más importante: no haga del púlpito un negocio, prometiendo que todos serán ricachones, pues no vayamos a terminar siendo una cueva de ladrones.

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